Ser Líder en las Adversidades.
Las crisis exigen desempeños superiores en quienes ejercen o pretenden ejercer el liderazgo. Son coyunturas, en los cuales las condiciones que conocemos como naturales o ‘normales’ se desdibujan. No reconocemos el clima, el ambiente, las variables sobre cuya base hemos planificado previamente. Siendo así, los objetivos y metas, parecen tambalearse. Dudamos sobre su validez o viabilidad. Igual nos pasa con las estrategias que hemos diseñado: no sabemos si podrán funcionar o si se ajustarán a las presiones del entorno. Las personas nos vamos llenando de interrogantes e incertidumbres y eso trae movimientos emocionales (miedo, rabia, desconcierto, rebeldía, apatía, apasionamiento fuera de control) que nos paralizan, nos dispersan, confunden las dinámicas y enrarecen las relaciones.
Esto hace que el panorama se enturbie y que corresponda a los líderes retomar el norte y redibujar la ruta, para poder convocar nuevamente la alineación de los equipos y su entusiasmo por los proyectos en marcha.
Se debe reflexionar sobre cómo dinamizar los centros educativos para
que puedan proporcionar, en estos tiempos de crisis, una buena educación para todos. Esto es especialmente
complejo porque no basta acudir a las “lecciones aprendidas” sobre los procesos de cambio, que solían
acompañar a los libros sobre el tema. Dichas teorías o lecciones no nos sirven, al menos del todo. Provienen de
tiempos en los que se traba de ver qué efectos habían dado los apoyos o recursos proporcionados a las
escuelas, empleando determinados procesos. Pero, al margen o no de los “recortes” que estamos sufriendo, en
un horizonte de medio/largo plazo, en que ya nada podrá ser como antes, resulta necesario repensar cómo
promover la mejora.
Cuando se habla de “Liderazgo” se entiende como un proceso social para ejercer influencia sobre otros en torno a unas
metas compartidas u objetivos de mejora de la organización (Louis, Leithwood et al., 2010). Como tal, es
independiente de la posición formal, aún cuando desde esta se pueda ejercer mejor dicha influencia. El
liderazgo educativo se puede entender como aquel que dota de un sentido común a la organización escolar e
influye en el comportamiento de sus miembros, teniendo como norte la mejora de la calidad, que se expresa
tangiblemente en los aprendizajes de los estudiantes (Robinson, Hohepa, & Lloyd, 2009). En su perspectiva
más potente, como liderazgo distribuido o compartido, se vincula con la organización como un todo, en una dinámica de construir una “comunidad profesional de aprendizaje”.
¿Cómo mover al personal para un mayor compromiso en la mejora de la enseñanza, cuando faltan
incentivos? , ¿Cómo mantener en estos tiempos la energía, el entusiasmo y la pasión en el trabajo
de los profesores?
¿Qué modos pueden hacer salir al profesorado de la lógica dilemática en que se van a encontrar
atrapados: responder ante las necesidades de los alumnos o, por el contrario, a las pruebas de
evaluación y prestación de cuentas?
Un liderazgo compartido centrado en el aprendizaje contribuye decisivamente a que el centro
educativo ofrezca una mejor educación. Si los modelos de cambio planificados externamente, como muestra el
“fracaso” de las sucesivas reformas, no puede provocar la mejora, se confía –en su lugar– en movilizar la
capacidad interna de cambio (de los centros como organizaciones, de los individuos y grupos) para regenerar
internamente la mejora de la educación. El liderazgo pedagógico se entiende como un grupo de gente que
aprende y trabaja junta en una escuela compartiendo unos propósitos y metas, esforzándose por conseguirlas.
En una escuela vivida como comunidad, los docentes comparten el liderazgo y la toma de decisiones, tienen un
sentido compartido de acción, participan como colegas en el trabajo y aceptan su responsabilidad por los
resultados de su trabajo.
El Liderazgo Directivo, el
“efecto-director” es, normalmente, un efecto indirecto, pero de mucha importancia: no es él quien trabaja en las aulas, pero puede
contribuir a construir las condiciones para que se trabaje bien en ellas. El liderazgo, en términos generales, implica retos importantes. Sin embargo, en escenarios como los descritos, la batería de competencias, aptitudes y actitudes con que se cuenta para liderar debe ser potenciada y afinada. Por ello, para tratar de sumar en tiempos complejos, acá 10 claves fundamentales para ‘liderar en crisis’.
- Circunstancias complejas y posiciones en conflicto en el equipo exigen revisar, ajustar y reforzar la VISIÓN.
- Escuchar con atención la información que proviene del entorno y el equipo, y demostrar disposición al DIÁLOGO. Nunca como en tiempos de confusión es necesario crear espacios para que las personas se expresen y valorar las diferentes perspectivas.
- Tener y contagiar una ACTITUD proactiva y positiva respecto a metas y circunstancias. Esto implica usar más estrategias de motivación, y menos órdenes y directrices. Toca multiplicar el entusiasmo y constituirse en referencia de fe en el proyecto.
- Ser PROACTIVO, generando las oportunidades necesarias para enfrentar circunstancias y avanzar hacia la Visión. En tiempos de crisis, los líderes deben salirse y al paso a las circunstancias, dar los primeros pasos, avanzar ante las circunstancias y buscar las oportunidades.
- Tener APERTURA a las críticas y ser realista en su auto-percepción. Es necesario que el líder tenga una afinada auto-percepción que le permita valorar sus fortalezas y debilidades, y estratégicamente repartir los roles y responsabilidades entre los mejor capacitados para lidiar con las circunstancias. En crisis el líder debe ser real y cercano, claro y hábil para crecer y aprender.
- Mantenerse FLEXIBLE evolucionando con las circunstancias y evitando posiciones rígidas e intransigentes. Las crisis, además de sacarnos la alfombra de debajo de los pies y remover la mayoría de los presupuestos con los cuales hemos planificado y trabajado, vienen llenas de oportunidades. Solo si sabemos navegar con ellas y flexibilizarnos , lograremos sobrevivir sus embates.
- Respetar e INCLUIR las ideas y opiniones diferentes puede ser el mayor apoyo para ofrecer soluciones efectivas. Nadie tiene toda la información, todas las claves, toda la visión, toda la verdad. Las visiones divergentes pueden ser nutritivas y darnos los insumos para manejar cosas fuera de nuestra idea original.
- Conservar el ENFOQUE en lo esencial para el efectivo avance y logro de la Visión, sin distraerse con detalles. Las crisis, como los torbellinos, levantan una inmensa cantidad de polvo, distracciones, ruidos, que vuelan alrededor de los ejes. Detonan gran variedad de temas que antes no se veían o no parecían relevantes. Es importante no perder la visión de lo importante, lo esencial. Economizar las energías y recursos para concentrarlos en las acciones y temas clave que nos aseguren sortear la crisis con éxito.
- DELEGAR responsabilidades promoviendo el crecimiento de su gente, empoderando y evitando centralizar el poder. Las crisis son la contracara de las oportunidades. En ellas las personas tienen ocasiones de oro para sacar a relucir destrezas y competencias particulares y destacar. El líder debe estar atento, fortalecer al equipo, sacarle brillo a sus posibilidades y, mediante una efectiva delegación, mantenerse enfocado en lo clave y no desgastarse tratando de controlar todos los temas.
- Desarrollar EMPATÍA, conectar con la gente, comunicarse, valorar y respetar opiniones y sentimientos ajenos.. El líder necesita asegurarse de mantener su legítima conexión con las personas que le acompañen. Ponerse en los zapatos del otro refresca la perspectiva y acerca, alimentando relaciones más reales y sólidas.
El líder precisa afinar su estrategia y asegurar que su liderazgo mantenga legitimidad y validez aún en tiempos revueltos.El porvenir es largo y está por hacer. Al margen de cuándo haya una salida real de la
crisis económica y social y se empiece a remontar, ya nada será como antes.
"Para el maestro o profesor, el tiempo empleado en su mejoramiento profesional no cuenta porque forma parte esencial de la profesión. Sólo aprendemos bien aquello que deseamos enseñar o que queremos o deseamos aplicar; por ello la obligación de enseñar se convierte en una razón para aprender. Un maestro verdadero no puede estar contento nunca con lo que sabe ni aun de la forma como enseña, porque la conformidad lo confinaría a la rutina que anula las iniciativas, esteriliza el pensamiento y hace ineficaces sus influencias en los corazones jóvenes, que frente a las mudanzas de nuestros tiempos piden al maestro estar al día para poder responder a sus solicitaciones de novedad, de contemporaneidad ".
Luis Beltran Prieto Figueroa
REFERENCIAPrieto Figueroa, Luis Beltrán (2007). Principios generales de la educación. Caracas: IESALC-UNESCO y Fondo editorial IPASME.
https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela
http://loaprendidoenlaeducacion.blogspot.com/2013/03/lengua-y-literatura_3052.html
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